Page 8 - Medicamentos fantásticos
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INTRODUCCIÓN
Figura 1. Triaca de Andrómaco. Ciencia y literatura
Museo de la Real Academia
Nacional de Farmacia. Siempre se atribuye una gran influencia de los conocimientos
racionales y científicos sobre los humanísticos. A la ciencia se la tiene por
algo estrechamente relacionado con la exactitud y la verdad, la visión
objetiva de la naturaleza y su interpretación matemática. Suele ser así, pero
en sus orígenes todo, hasta el lenguaje, fue común y de muy complicado
deslinde entre lo científico y lo humanístico, lo irracional o lo mágico1.
En su desarrollo histórico, las ciencias y las humanidades confluyen
siempre en su destinatario: el ser humano y la comprensión, sentimental o
racional, de cuanto le rodea.
En la actualidad se analiza la influencia de la literatura y de las
fábulas, contemporáneas o preexistentes al descubrimiento de América,
sobre los viajeros hacia el Oriente o las Indias orientales2. Lo mismo
debería hacerse con respecto a las ciencias de la naturaleza y, desde luego,
con las del hombre.
Existe un gran desfase histórico entre el conocimiento racional de lo
que Hipócrates llamó la Physis universal o naturaleza y el de las Physis
particulares de cada individuo. Entre lo externo a los humanos y lo interno,
no sólo fisiológico, también psicológico y sobre la interacción entre el plano
somático, el psíquico y el social, más aún si se aborda desde un
planteamiento evolutivo de la cultura.
1 Javier PUERTO, Daniel PACHECO, Sobre Ciencia y Literatura. El Ateneo. Revista científica,
literaria y artística. 1997: (VIII cuarta época) 19-36. Javier PUERTO, Palabras como espadas: los
nombres de la ciencia. En Reyes SEQUENA (ed.) Ciencia, tecnología y lengua española: la
terminología científica del español, , Madrid: FECYT, 2004, pág. 57-62.
2 Un buen ejemplo, en castellano, es el libro de Juan PIMENTEL, Testigos del mundo. Ciencia,
literatura y viajes en la Ilustración, Madrid: Marcial Pons, 2003.
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Figura 1. Triaca de Andrómaco. Ciencia y literatura
Museo de la Real Academia
Nacional de Farmacia. Siempre se atribuye una gran influencia de los conocimientos
racionales y científicos sobre los humanísticos. A la ciencia se la tiene por
algo estrechamente relacionado con la exactitud y la verdad, la visión
objetiva de la naturaleza y su interpretación matemática. Suele ser así, pero
en sus orígenes todo, hasta el lenguaje, fue común y de muy complicado
deslinde entre lo científico y lo humanístico, lo irracional o lo mágico1.
En su desarrollo histórico, las ciencias y las humanidades confluyen
siempre en su destinatario: el ser humano y la comprensión, sentimental o
racional, de cuanto le rodea.
En la actualidad se analiza la influencia de la literatura y de las
fábulas, contemporáneas o preexistentes al descubrimiento de América,
sobre los viajeros hacia el Oriente o las Indias orientales2. Lo mismo
debería hacerse con respecto a las ciencias de la naturaleza y, desde luego,
con las del hombre.
Existe un gran desfase histórico entre el conocimiento racional de lo
que Hipócrates llamó la Physis universal o naturaleza y el de las Physis
particulares de cada individuo. Entre lo externo a los humanos y lo interno,
no sólo fisiológico, también psicológico y sobre la interacción entre el plano
somático, el psíquico y el social, más aún si se aborda desde un
planteamiento evolutivo de la cultura.
1 Javier PUERTO, Daniel PACHECO, Sobre Ciencia y Literatura. El Ateneo. Revista científica,
literaria y artística. 1997: (VIII cuarta época) 19-36. Javier PUERTO, Palabras como espadas: los
nombres de la ciencia. En Reyes SEQUENA (ed.) Ciencia, tecnología y lengua española: la
terminología científica del español, , Madrid: FECYT, 2004, pág. 57-62.
2 Un buen ejemplo, en castellano, es el libro de Juan PIMENTEL, Testigos del mundo. Ciencia,
literatura y viajes en la Ilustración, Madrid: Marcial Pons, 2003.
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