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de aquella época bajo la batuta de Juan de Villanueva. Hizo la Puerta de Toledo de
Madrid (Figura 42) para honrar a las Cortes de Cádiz (1813) dedicatoria que más
tarde cambiaría el Concejo madrileño de Fernando VII. Tiene una cierta relación
compositiva con la Puerta de Alcalá, pero su arquitectura neoclásica tiene una
severidad que en Sabatini pareciera más bien alegría y frivolidad. También fue
suya la Puerta de Atocha, desgraciadamente desaparecida. Pero su obra más
relevante fue el Teatro Real de Madrid (Figura 43), cuya planta de hexágono había
quedado fijada previamente en el plan de ordenación de la Plaza de Oriente de
González Velázquez. El edificio sufrió tantos avatares y reformas sucesivas que lo
único que queda del proyecto de Aguado es la fachada a la plaza de Isabel II, de la
que se conservan los planos originales, y por supuesto, la disposición general en
planta. Dejó un hijo, arquitecto como él, Martín López Aguado, que fue su seguidor
y construyó entre otras cosas, el Palacio de la Alameda de Osuna, de elegante
diseño en el pórtico decástilo corintio de la fachada que da a los jardines, en los
que también construyó un templete de planta circular de orden compuesto.



Figura 42. Puerta de Toledo de Madrid, de Antonio López Aguado.

Juan Gómez y González de la Buelga|66
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