An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 4 2014 - page 107

Sesión científica Premios Nobel 2014
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Más recientemente, investigaciones utilizando las modernas técnicas de
neuroimagen, así como estudios en pacientes que tenían que someterse a
operaciones neuroquirúrgicas, han podido comprobar que las células de lugar y de
red o cartográficas también existen en humanos. En pacientes con enfermedad de
Alzheimer, tanto el hipocampo como la corteza entorrinal se ven afectados en los
primeros estadios de la enfermedad, por lo que estos pacientes pierden con
frecuencia la capacidad de orientación espacial, incluso en su propia casa, pero
también muestran un deterioro de la memoria episódica, autobiográfica o explícita
que depende asimismo del hipocampo.
Las consecuencias de estos resultados son de gran relevancia. En realidad
son cuestiones que fueron de gran importancia para el filósofo alemán Immanuel
Kant en el siglo XVIII cuando se preguntaba que cuáles serían las facultades
mentales con las que nacemos. Kant concluía que el espacio y el tiempo eran
formas de la sensibilidad, es decir que no son rasgos que las cosas tengan
independientemente de nuestro conocimiento. El espacio es una forma a priori de
la sensibilidad externa, o percepción de las cosas físicas, mientras que el tiempo
sería una forma a priori de la sensibilidad interna, o percepción de la propia vida
psíquica. Así, el sujeto cognoscente estructura las sensaciones proyectando todo lo
conocido en una dimensión espacio-temporal. Con otras palabras: que el concepto
de espacio era un principio innato de nuestra mente, principio a través del cual se
percibía el mundo.
Y ya en el siglo XX, Edward Tolman, mencionado anteriormente, estudiando
el comportamiento de ratas de laboratorio en laberintos, pudo comprobar que los
animales aprendían a navegar, proponiendo la existencia de un mapa cognitivo
cerebral que les permitía encontrar fácilmente su camino en los laberintos. Faltaba
solamente saber cómo esos mapas estaban representados en el cerebro.
Por tanto, y volviendo a los descubrimientos de la pareja Moser, sabemos
que comenzaron analizando en ratas recién nacidas, justo después de que abrieran
sus ojos, si tenían células de lugar o células de cuadrícula o cartográficas. Estas
células no estaban maduras en animales tan jóvenes, pero supusieron que a lo
largo del desarrollo estas células, como resultado de la experiencia, terminan
formándose. Con otras palabras, como ocurre con todas las facultades mentales,
aunque tengamos una predisposición genética para ellas, se necesita la influencia
del medio ambiente para que esa predisposición se desarrolle normalmente, como
ocurre, entre otras cosas, con el lenguaje, que si no encuentra un entorno parlante
no se desarrolla normalmente. Y lo mismo puede decirse de la música o la
inteligencia y otras facultades mentales.
Habría que añadir que en humanos la lateralización de funciones en ambos
hemisferios ha mostrado que el hipocampo del hemisferio no dominante,
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