M.Almagro-‐Gorbea
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caracterizan a un pueblo proceden de sus raíces históricas
23
, en un proceso de
“longue durée”. Discute la supuesta inferioridad americana planteada por Buffon y
otros autores
24
y, al analizar el origen y evolución de los pueblos indígenas de
América, plantea la antigüedad del hombre americano, que consideraba de origen
asiático mongoloide, dentro de la unidad biológica y cultural del género humano;
también valoró las relaciones culturales entre Asia y las altas culturas de México y
Perú, según dedujo del estudio de los cronistas españoles y del análisis comparado
de monumentos, jeroglíficos, instituciones, cosmogonías e ideas religiosas
25
. Su
visión era determinista respecto al medio natural, por influjo de Winckelmann y
Goethe
26
: “No puede desconocerse que el clima, la configuración del suelo, la
fisonomía de los vegetales, el aspecto de una naturaleza risueña o salvaje influyen
en el progreso de las artes…; influencia más sensible a medida que el hombre se
encuentra más apartado de la civilización”
27
.
La Arqueología en la América hispana se había desarrollado notablemente a
lo largo del siglo XVIII, impulsada por el descubrimiento de Pompeya por Carlos III,
el “Rey Arqueólogo”
28
. Esta novedosa Arqueología hispanoamericana había
permitido romper el marco del mundo clásico y convertirse en una ciencia
histórica universal
29
. Humboldt, al describir unas impresionantes esculturas
procedentes del Templo Mayor descubiertas en 1790 y 1791 bajo la Plaza Mayor de
México, la
Coatlicue,
la
Piedra de Tizoc
y la
Piedra del Sol,
sigue la interpretación de
Antonio de León y Gama
30
y de Guillermo Dupaix, según indica en su
Diario.
Considera que la Piedra del Sol sería una
“
piedra de sacrificios por donde corría la
sangre. No sería extraño que, como se sacrificaban los prisioneros a los dioses, se
hubiera adornado la piedra de sacrificios con los triunfos del rey”. Sin embargo,
José Alcina y otros investigadores actuales han criticado la visión arqueológica
sobre América de Humboldt, sin dejar de reconocer sus méritos
31
. En su viaje por
México visitó Cholula, pero se observa cierto desinterés por visitar yacimientos
importantes, como Teotihuacán o Xochicalco, en los que recurrió a utilizar las
23 A. von Humboldt, 1992,
Cristóbal Colón y el descubrimiento de América
, Caracas, p. 14.
24 A. Gerbi, 1978,
La naturaleza de las Indias Nuevas. De Cristóbal Colón a Gonzalo Fernández de Oviedo
. México.
25 Destaca la influencia de José de Acosta; cf. S. Rebok, 2005, “Alejandro de Humboldt y el modelo
interpretativo de José de Acosta”, en J. J. Saldaña, ed.,
Science and Cultural Diversity. Proceedings of the XXIst
International Congress of History of Science
, México, 2001 (publicado en CD); id., 2009,
Una doble irada.
Alexander von Humboldt y España en el siglo XX
, Madrid, pp. 97-‐109.
26 Carta del 3.1.1810, Humboldt a Johann Wolfgang von Goethe.
27 A. von Humboldt, 2010,
op. cit
. n. 18, p. 53.
28 M. Almagro-‐Gorbea, 2012, “Carlos III y Pompeya en la Historia de la Arqueología”
,
en M. Almagro-‐Gorbea,
ed.,
Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio
, Madrid, pp. 342-‐351.
29 M. Almagro-‐Gorbea y J. Maier, eds., 2013,
De Pompeya al Nuevo Mundo. La Corona Española y la Arqueología
n el siglo XVIII (Antiquaria Hispánica 23),
Madrid.
30
Diccion ri Bi gráfico Español,
XXIX, 2012, pp. 437-‐439.
31 J. Alcina Franch, 1995, Arqueólogos o Anticuarios. Historia antigua de la Arqueología en la América
Española, Barcelona, pp. 125-‐131; J. Labastida, 1971, “Las aportaciones de Humboldt a la antropología
mexicana”,
Revista de la Universidad de México
, pp. 9-‐15;
id
., 1995, en “Introducción” de la edición de
Vistas
de l s Cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América de Alexander von Humboldt
, México, pp.
19-‐71.