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La belleza del Universo, está presente en todas los rincones del mismo,
pero quizás la más sublime nos la mostró el telescopio espacial Hubble en la
imponente imagen denominada “los pilares de la creación”, espectacular nube de
gas y polvo de la Nebulosa del Águila donde nacen estrellas (figura 5).



Figura 5. “Los pilares de la Creación”. Nebulosa del Águila. Telescopio Hubble. NASA. Dominio
público.

La armonía del Universo, ya fue reconocida en la Grecia clásica mediante la
teoría de la armonía de las esferas. La idea era que el Universo está manejado por
proporciones numéricas armoniosas y que el movimiento de los cuerpos celestes
se gobierna por unas determinadas proporciones musicales, donde las distancias
entre planetas corresponderían a intervalos musicales. Así, según Plinio el Viejo
(Historia Natural II, 84), a la distancia entre la Tierra y la Luna le corresponde un
tono, y los planetas se escalonan según una gama ascendente.

Kepler escribió: "el movimiento celeste no es otra cosa que una continua
canción para varias voces, para ser percibida por el intelecto, no por el oído; una
música que, a través de sus discordantes tensiones, a través de sus síncopas y
cadencias, progresa hacia cierta predestinada cadencia para seis voces, y mientras
tanto deja sus marcas en el inmensurable flujo del tiempo”.

En el s. XX, el satélite TRACE (Transition Region and Coronal Explorer) de la
NASA, descubrió que la atmósfera de nuestro sol emite realmente sonidos,

18|Capítulo 1: El Universo
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